Envía tus artículos a puntoyapartemilagrosa@gmail.com

30 de marzo de 2013

ROCÍO


IN MEMORIAM

Querida Rocío:

La verdad es que pensé que sentarme a escribirte unas cuantas líneas me iba a resultar mucho más fácil, pero ya desde el principio estoy descubriendo que no, que los sentimientos siguen a flor de piel en todo lo que se refiere a ti. Y supongo que así seguirá siendo siempre. No es malo del todo, decía Zafón que “mientras se nos recuerda seguimos vivos”, y esta frase, que ha marcado tanto a mi generación, es la que me gusta tener siempre presente cuando me acuerdo de ti. Para que no olvides nunca que siempre seguirás por aquí.

Han pasado cinco años, casi como un suspiro y sin darnos cuenta. El mundo ha cambiado, el cole también. Probablemente, si ahora volvieras a pasearte por sus pasillos, te sentirías una extraña, igual que ya me siento yo. La última generación a la que tú diste clase está a punto de volar, hasta las paredes de los pasillos han cambiado. Pero, en el fondo, por mucho que todo cambie, hay pequeños lugares que siempre te echarán de menos. Los murales, que nunca han vuelto a tener el mismo sentido del humor. Las tizas azules, que jamás serán lo mismo desde que tú no las utilizas para pintar circunferencias con el super-compás. La puerta de 2ºA de la ESO, que estoy segura de que está aburrida porque ningún profesor ha vuelto a atravesar el hueco del cristal para entrar en clase y dejar a sus alumnos asombrados, con la única intención de que no dieran mucho la vara en esa hora. La campaña de Navidad, las pizarras, las tarimas. Tantas cosas, tantas personas que estábamos esperándote y ya nunca te vimos volver.
Para mí, y estoy segura de que también para el resto, las clases de Dibujo no volvieron a ser lo mismo. Perdieron su emoción y su entusiasmo. Porque te llevaste contigo ese trocito de artista que habías sacado en cada uno de nosotros, con tus palabras optimistas ante cualquier chapuza que preparábamos en un momento.

Muchas veces, hace falta perder a alguien para aprender a valorar todo lo que nos aportaba, y aunque es probable que nunca entendamos el por qué, nos sentimos orgullosos de haberte conocido, de haber coincidido efímeramente contigo, y de poder recordarte. Porque te desesperabas con nosotros, porque utilizabas más tiempo suplicando silencio que explicando, porque tu ironía nos dejaba boquiabiertos y los viajes al pasillo a los que nos enviabas en realidad no nos gustaban tanto como parecía. Porque nos encantaba oírte preguntar cuál era la dimensión que estábamos visitando y si íbamos a tardar mucho en volver, y porque a pesar de las risas todos odiábamos que nos pusieras un negativo “de buen rollo”. Porque probablemente lo único que te apetecía al llegar a casa era quemar cada una de nuestras camas con nosotros dentro, pero, en el fondo, nos querías. Igual que todos nosotros a ti. Y es por eso que no dejamos de acordarnos de ti. Y no sólo hoy, sino cada día.

Y es que es un poco más fácil vivir sabiendo que tenemos la suerte de tener un pequeño ángel cuidando de todos nosotros desde ese lugar maravilloso que es el Cielo, sin importar que estemos desperdigados por el mundo porque en cuanto entras ahí estoy segura de que recibes una especie de superpoder que te permite tener miles de ojos, uno para cada una de las personas a las que hay que vigilar.
Por aquí te echamos de menos, pero también nos hace mucha falta tenerte ahí arriba. Que no hay día en que no piense que ahí estás tú, acordándote de todos y cada uno de los diablillos a los que enseñaste a coger un lápiz con ánimo.
Cuídanos, Rocío. A todos. A todos los profes, que sé que nunca se acostumbrarán del todo a que no estés, a todos tus alumnos, porque ya sabes que de vez en cuando se nos van de las manos las locuras. A tus hijas, que estoy segura de que no dejarán de sentir siempre que su madre las protege. A todos. Que además estar por allí con Antonio seguro que tiene un plus que te deja tener más capacidad para controlarlo todo.

Espero que no hayas perdido tu sonrisa, que tu risa no haya dejado nunca de resonar por los recovecos del Infinito, y que no hayas dejado nunca de utilizar tu ácido cinismo que nos dejaba sin respuesta posible.
Me alegro de que hoy, que es el quinto cumpleaños de tu nueva vida, de esa que ya no se termina nunca, coincida justo con la fiesta grande del Cielo. Si ya por aquí abajo es impresionante, no quiero ni pensar en cómo se celebrará allí arriba, seguro que como poco hay trompetas resonando en cada esquina. Y es una suerte, y un honor que hace un poquito más llevadero el recuerdo, pensar en que tú ya estás disfrutando de todo eso.

Espéranos, porque volveremos a encontrarnos. Y mientras, no dudo ni un solo instante de que Dios os tiene en su regazo.

Nos vemos, Rocío.

Loreto

20 de marzo de 2013

Noticias desde Roma

Los alumnos de 1 º de Bachillerato están de viaje cultural en la ciudad más nombrada durante estos días: ROMA.
Desde allí nos mandan muchos besos y algunas fotos.