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24 de noviembre de 2016

EL COMENSAL

Cuántas veces hemos leído o visto noticias sobre muertes violentas, sobre secuestros que terminaban de la peor manera posible aún habiendo entregado el rescate y todas ellas, las sentíamos como algo lejano, algo que nunca nos pasaría a nosotros. Pero en realidad, tan tozuda como brutal, se impone y un día aparece ante nosotros alguien que ha vivido en sus propias carnes ese dolor.

Me encuentro en una sala repleta de un público expectante ante la presentación de una escritora novel, Gabriela Ybarra, y su libro "El comensal". Una novela con un gran éxito -ya llevan varias ediciones y eso tal como está el panorama literario actual, es todo un acontecimiento-. 

Su apellido lleva implícito un pasado oscuro y lamentable. Se trata de la nieta del empresario vasco secuestrado y posteriormente asesinado por ETA en 1977.

Empieza el coloquio y la jóven toma la palabra. Nerciosa, agita sus manos en un intento de aplacar sus nervios. Preguntas obvias sobre la naturaleza autobiográfica del libro, sobre la  documentación de los hechos, ...

La escritora se va animando. Parece que hablar sobre su obra la tranquiliza, sobre las motivaciones que le llevaron a escribirla, sobre el proceso creativo con un contenido tan delicado.

Sus borrosos recuerdos de infancia se entremezclan con hechos más recientes. Unos vagos, los otros más firmes. Conversaciones familiares en torno a una mesa con un plato de más, donde había demasiados silencios y palabras veladas. Su infancia transcurrió con la sombra de esa palabra maldita nunca pronunciada que provocó el traslado de la familia a otra ciudad.

Los años pasaron y otra muerte, la de su madre, ocurrida en el 2011, la saca de ese letargo. Decidida a enfrentarse a los fantasmas del pasado, a enterrarlos y dejarlos reposar de una vez para siempre. 

Se documentó en profundidad, leyó artículos de la época sobre la muerte de su abuelo. Se convirtió en una lectora de noticias desgraciadas -de esas que suceden a otros-. Se llevó sorpresas desagradables sobre compañeros de infancia, infames e inhhumanos. Y descubrió también que la imaginación es un arma maravillosa que "rellena" las páginas de un libro y las lagunas de un alma. Porque, en sus propias palabras, la imaginación ha sido la única manera de comprender hechos que a primera vista resultan inasumibles. De hecho, intentó ponerse en la piel de los asesinos, de esos que matan por unas fronteras.

Sin lugar a dudas, una mujer valiente, y no solo por escribir unos hechos verídicos en la historia más reciente de nuestro país, sino por enfrentarse a la muerte y quitarle importancia. Solo así podrá uno seguir con la vida y dejar a los muertos descansar.

Celia Hernández Vecino
1º A Bachillerato