Casi una hora , muchas canciones y un capítulo de "Aquí no hay quién viva" más tarde, llegamos a "Portugal Dos Pequeninos" donde podíamos encontrar todos los monumentos que alguna vez pertenecieron a Portugal en tamaño reducido.
Tras esto, y otro viaje en autobús, agotados, conocimos el hotel donde íbamos a pasar la noche.
Ya cenados, limpitos y descansados, salimos por la noche a conocer el Aveiro nocturno. Cuando volvimos al hotel, la mayoría queríamos descansar, así que no dimos guerra.
De buena mañana y después de un desayuno colectivo volvimos al autobús, esta vez la excitación y él ánimo eran mucho mayores, nos íbamos a la playa. Alguno se atrevió a mojarse los pies (otros más que eso) pero lo que sin duda está claro es que todos nosotros nos lo pasamos en grande. Cuando regresamos, dimos un paseo en góndolas por el canal de Aveiro, hacía demasiado sol, pero ya se encargó Soraya de que no nos quemáramos.
Después del paseo nos "soltaron" y pudimos ir a comer a nuestro aire (la inmensa mayoría optó por un McDonals) y luego de compras por el famoso centro comercial de Aveiro.
Había llegado el momento de regresar a Zamora, cabizbajos, uno a uno, subíamos al autobús. Todos sabíamos, sin duda alguna, que jamás olvidaríamos esta excursión.
Por: Elena Muriel
Fotos: Yoana Martín
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